Consideraciones a saber sobre bautismo del espiritu

La capacidad del Espíritu para variar vidas y empoderar a los creyentes resalta su importancia continua en la Certeza cristiana.

Cada cristiano tiene por lo menos un don que le capacita para hacer un trabajo en la iglesia del Señor. Unos predican, otros limpian.

Aunque el Espíritu Santo se menciona más claramente en el Nuevo Testamento, incluso tiene varias referencias en el Antiguo Testamento. A menudo se le describe como el «rumbo de Altísimo», simbolizando su poder y presencia activa en la creación y en la vida de las personas.

Unos cantan, otros administran. Unos profetizan y otros dan palabras de ánimo. Todos juntos construimos una iglesia musculoso que brilla para la cielo de Alá y que bendice la comunidad en la que están.

Los carismáticos tienden a creer que cualquiera de los dones del Espíritu puede ser una evidencia del bautismo en el Espíritu.

Lucas grabó suficiente para establecer un precedente para cada situación para que no fuera necesario anotar cada otro caso o describir otras conversiones en detalle.

Orar por espacios largos de tiempo u orar muchas veces para recibirlo no es necesario. Los que no reciben el Espíritu o no tienen la Confianza suficiente para recibirlo o no se han contrito completamente y no se han rendido cada área de sus vidas a Jehová.

Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha libertino de la índole del pecado y de la asesinato.

Esto sugiere que, aunque el Espíritu mora en todo creyente desde el momento de la salvación (Romanos 8:9), hay una obra singular de empoderamiento que se experimenta de forma distintiva. El bautismo en el Espíritu no es un fin en sí mismo, sino un medio para estar en santidad, practicar los dones espirituales y avanzar el Reino de Alá con poder.

La combinación de estas funciones permite que el Espíritu Santo actúe como un compañero constante en el camino cristiano. Su presencia transforma la experiencia de Certeza, haciendo que los creyentes se sientan apoyados y guiados en cada etapa de su vida espiritual.

Temprano en el siglo vigésimo, muchas personas del movimiento Santidad recibieron el bautismo del Espíritu Santo con el hablar en lenguas. Ellos clasificaron esa experiencia como una tercera obra de Gracejo.

Notar la presencia del Espíritu Santo nos confirma nuestra verdad: ¡somos hijos de Altísimo! Esa certeza nos lleva a tener una relación cercana y preciosa con nuestro Padre celestial. Nuestra verdadera identidad está ahí: somos hijos del Jehová todopoderoso y nadie podrá cambiar eso nunca.

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